La carrera de los salmones es el período en que el salmón migra desde el océano, remontando el río en el que nació hasta la parte alta donde freza en lechos de grava. Después de la freza, todos los salmones del Pacífico y la mayoría de los salmones del atlántico mueren y el ciclo de vida del salmón comienza otra vez. Los salmones pasan su juventud en los ríos, y luego nadan hacia el mar en el que viven su vida adulta y desarrollan la mayor parte de su masa corporal. Cuando han madurado, vuelven a los ríos para desovar. Por lo general, regresan con asombrosa precisión al río donde nacieron, e incluso en el lugar exacto de su nacimiento.
Las últimas investigaciones apuntan a que dichos animales nacen con un “mapa magnético” que emplean a modo de GPS natural para realizar esta migración oceánica. Desde hace muchos años se ha venido investigando la influencia del magnetismo terrestre en las migraciones o patrones de movimiento de varias especies animales, sobre todo marinas. Se han realizado estudios muy prometedores con tortugas marinas, ballenas o varias especies de tiburones, como los conocidos “cabeza de martillo”, y se ha descubierto que estos pueden guiarse por esta variable para encontrar zonas de alimentación o sitios adecuados para la reproducción. Sin embargo, lo que sigue intrigando a los científicos en muchos casos, es cómo funciona este sofisticado mecanismo y si constituye una conducta aprendida con la experiencia o innata.
En el caso de los salmones y según los últimos descubrimientos, al parecer estos heredan de sus padres un “mapa magnético” que les sirve para guiarse a través del océano, y que de cierta manera funciona como un sistema de posicionamiento global interno.
Durante la realización de un experimento, los investigadores crearon artificialmente en el interior de tanques con agua, campos magnéticos débiles semejantes a los que existen en ciertas partes del océano. Se concentraron en dos parámetros magnéticos, la intensidad del campo y el ángulo de inclinación, ya que en dependencia de la latitud de la Tierra, ambos parámetros cambian. Por lo tanto, de alguna manera se puede decir ambas variables unidas marcan una dirección única desde el punto de vista magnético, por lo que si un animal capta ambas señales, podría detectar, de manera semejante a un GPS, la longitud y la latitud en la que se encuentra.
Para el experimento fueron empleados ejemplares juveniles de salmones sin experiencia migratoria alguna, o sea, sin posibilidad de haber “aprendido el camino” antes. Para asombro de los investigadores, cuando conectaron los campos magnéticos, los salmones tendieron a moverse en su mayoría hacia la zona del campo donde la intensidad y la inclinación eran más similares a las que existen en las zonas donde estos se desarrollan naturalmente, alejándose de la zona donde estos valores eran extraños para ellos. Cuando activaron ambos parámetros estudiados pero de una manera errónea, los peces no se orientaron bien, de manera que se comprobó que los salmones utilizan los dos para guiarse en su migración.
Así, los científicos han demostrado que estos peces heredan de sus padres esta especie de mapa magnético, que sería una manera muy eficaz de reconocer el camino de regreso a los ríos en un medio tan cambiante como el mar, donde las tormentas, las corrientes marinas y la ausencia de puntos de referencias estables dificultan considerablemente la orientación correcta.
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